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Flores en el hogar: ¿naturales o artificiales? Encuentra el equilibrio perfecto para tus espacios


Decorar con flores es una de las formas más efectivas de llenar un hogar de vida, color y armonía. Ya sea con arreglos naturales o versiones artificiales de alta calidad, las flores aportan belleza, calidez y un toque personal a cualquier rincón. Pero ¿cuál opción conviene más según el espacio, el estilo de vida o la atmósfera que deseas crear? La respuesta no es una u otra, sino un uso inteligente y equilibrado de ambas.


Nada reemplaza la frescura y el aroma de las flores naturales. Un ramo recién cortado puede transformar la energía de una sala, iluminar un comedor o volver más acogedora una habitación. Las flores frescas conectan con la naturaleza, elevan el estado de ánimo y aportan un dinamismo único, porque cambian según la época del año y se renuevan constantemente.


Sin embargo, requieren ciertos cuidados: cambio de agua, luz adecuada y una reposición frecuente. Esto puede representar una inversión de tiempo y dinero, especialmente si vives en ciudades como Bogotá donde no siempre es fácil encontrar variedad a buen precio o si tu ritmo de vida no permite mantenerlas como se debe.


Las flores artificiales, por su parte, han evolucionado notablemente. Hoy existen opciones de excelente calidad, con texturas realistas y acabados muy detallados. Bien elegidas, pueden aportar elegancia y color a largo plazo, sin necesidad de mantenimiento. Son ideales para zonas donde las condiciones no favorecen a las naturales: espacios con poca luz, rincones de difícil acceso o lugares que requieren decoración constante, como pasillos o baños.


Además, permiten jugar con estilos decorativos más audaces, sin preocuparse por la estacionalidad o la durabilidad. Y si se combinan con elementos como jarrones de diseño, fibras naturales o iluminación adecuada, el resultado puede ser sorprendentemente sofisticado.


Así pues, no se trata de elegir una y descartar la otra. La clave está en el equilibrio. Puedes usar flores naturales en espacios comunes como la sala o el comedor, donde se disfrutan más y se renuevan con facilidad, y optar por arreglos artificiales en áreas menos ventiladas o más exigentes, como baños, pasillos o incluso cocinas.


Un buen truco es mezclar ambas en un mismo arreglo: combinar ramas artificiales con flores frescas permite volumen, duración y naturalidad. Otra recomendación: elige flores artificiales de tonos sobrios y materiales realistas. Evita los colores excesivamente brillantes o los acabados plásticos evidentes, que pueden restar elegancia.


Las flores, sean naturales o artificiales, hablan de quienes habitan un espacio. Reflejan estilo, cuidado por los detalles y una intención estética transforma la casa en hogar. No necesitas tener conocimientos de diseño para incorporarlas: basta con observar tu entorno, identificar qué atmósfera quieres crear y dejarte guiar por tu intuición.


En últimas, las flores en el hogar no son un simple adorno: son una forma de expresión, una conexión con lo esencial, una invitación a habitar con más belleza y sensibilidad cada espacio de la vida cotidiana.


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